domingo, 12 de diciembre de 2021

¿Fue la ausencia de compañía quien prestó su nombre?



La bautizaron con nombre de mujer, la llamaron, Soledad. O acaso ¿fue la ausencia de compañía quien prestó su nombre? Lo cierto es que es rara, profunda, ensordecedora, a veces voluntaria, otras obligatoria. Cuando la eliges, la necesitas, o eso crees (incluso la tienes rodeado de otras personas), la percibes agradable, relajante. El alma reconoce la compañía más allá de los cuerpos físicos. Cuando te llega sola, inesperada, cuando la espantas y no se va te molestas contigo y con el mundo. —¿Qué tengo? ¿Qué les sucede? Se vuelve autónoma, adquiere vida propia y entre más la rechazas más se aclimata a tu vida, a tu casa, a tu cuerpo. Hasta que llegas a un acuerdo: no te hablo, no te quiero, no haré nada para que te vayas, pero con el primer suspiro que traspase el umbral de mi corazón, desapareces.


 

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